miércoles, 26 de septiembre de 2007

La mujer maravilla del siglo XVIII


He oído hablar de muchas mujeres que han hecho esto o lo otro, mujeres que son un ejemplo y bla bla bla. Pero cuando conocí a esta mujer, deseé creer en la reencarnación sólo para poder haber sido ella en una vida pasada: Émilie de Breteuil, marquise de Châtelet.

Émilie vivó en la corte francesa, su padre la educó como si no fuera mujer, es decir, con todas las ventajas de la educación que recibían los hombres. Tuvo todo lo que una mujer podría desear: inteligencia, un marido tolerante, hijos, vestidos, zapatos, joyas... y amantes ilustres. Era tan inteligente que incluso su amante la reconocía como su superior intelectual. Su amante, el mismísimo Voltaire.

martes, 11 de septiembre de 2007

No quisiera ser mujer


Para las mujeres todo es más difícil. Desde que nacemos: se supone que nuestros padres siempre querrán tener un hijo varón (lo cual, por cierto, es una mentira), y a las hijas las llaman "las chancletas", como si no valieran más que una pantufla vieja. No me puedo explicar qué es lo que les hace desear tanto un hijo varón, ni que fueran de la realeza. Y no me vengan con que hay que perpetuar el apellido, porque Pérez, Rojas, González, etc, hay demasiados en este mundo.

Después en el Jardín Infantil te empiezan a enseñar los "roles". Que un niño debe jugar con un camión, mientras que las niñas deben jugar con muñecas. Y ¡ay del que quiera intercambiar! Nos muestran que la mamá lava platos, cocina, cuida a los niños, mientras que el padre "trabaja" (como si mantener limpia una casa no lo fuera, caramba, ¡yo jamás he podido!).

Ya en el colegio, a una le enseñan a ser "Señorita". ¡Junta las piernas, no enseñes nada sobre la rodilla, sonríe y sé educada! Las señoritas no se suben a los árboles. Las señoritas no dicen palabrotas. Las señoritas aprenden a bordar, a tejer, a cocinar... ¡ni se te ocurra jugar fútbol! Eso es de marimachos.

Cuando estás en la universidad tienes que trabajar el triple para que te reconozcan. Después de todo eres sólo una mujer, y es sabido que las mujeres no son tan inteligentes como los hombres.

Después, cuando eres ya mayor, "tienes que conseguir un marido antes de los 30 o te quedarás solterona". Pero con recato, eso sí: no puedes tener muchos pololos antes de casarte, o quedarás como una "
suelta" ante los ojos de todos. Si un hombre sale con muchas mujeres es porque es un galán. Si una mujer sale con muchos hombres es puta. Y en esos menesteres te meterás en algún lío para agarrar algo que valga la pena. Y le tiene que gustar a tus padres. Y ciertamente le tienes que gustar a los padres del novio.

Y es entonces cuando te das cuenta de que tu trabajo no es tan importante como el de tu marido. Seguramente él gana más que tú. (Claro, como él es el "jefe de familia"...) Tú trabajas más que nada para no aburrirte... hasta que lleguen los hijos. Tu jefe tampoco reconoce lo que haces y se queda con el mérito de tu trabajo.

Y ¡oh, sorpresa! Un buen día descubres que estás embarazada. Tu jefe pone cara de pocos amigos cuando se entera. Tu marido reclama que estás vuelta loca con las hormonas, pero lo que en realidad te pasa es que estás muerta de miedo con todo el asunto del parto. Y cuando llega por fin el momento, sientes tanto dolor, que crees que jamás tendrás otro hijo en tu vida. Te ponen una aguja enorme en la columna para anestesiarte de la cintura hacia abajo. Y puedes elegir: todo el dolor antes del parto (parto normal) o todo el dolor después del parto (cesárea). ¿y crees que todo termina ahí? Noooo... ahora viene lo peor: ¡Tienes que dar de mamar! Y tu adorado hijo te hará sangrar los pezones, y el sádico del doctor te dirá que tienes que seguir dándole el pecho igual.

Ahora te ves al espejo: estás gorda y fea, no tienes tiempo para arreglarte, tienes que cuidar de tu hijo y luego volver al trabajo. Y si el niño se enferma tendrás que cuidarlo tú, no importa que el hijo sea tuyo y de tu marido: tú eres la madre, así que debes dejarlo todo para cuidar a tu hijo. Además la ley no cree que los hombres deban cuidar a sus hijos de todos modos... ¡para eso están las mujeres! Y no hablemos del complejo de culpa que te estarás creando: si te quedas en casa para cuidar de tu hijo, todos pensarán (tú incluida): "
ella es una floja porque no trabaja". Y si sales a trabajar, todos pensarán (tú incluida también): "ella anda por ahí en la calle en vez de estar cuidando a su hijo". No puedes ganar.

Por eso cuando pienso que si me hubieran dado la oportunidad de elegir, habría elgido ser hombre. Definitivamente se la pasan mejor. ¡Y tienen la desfachatez de quejarse del exámen de la próstata! Hay que ser muy car'e palo.